El
titánico rostro diabólico flota en el cielo nocturno. Su tamaño y distancia son
imposibles de precisar; kilómetros, tal vez miles, tal vez millones de ellos.
Sus
horribles y colosales ojos miran al mundo con despreció y sé que a continuación
abrirá sus fauces cósmicas y engullirá todo lo que existe.
Pero no siento miedo. Se trata de una vieja pesadilla que me acosa desde niño y pronto despertaré.
Sin
embargo algo es distinto en esta ocasión: mi esposa me toma por el brazo y
entre bostezos me pregunta qué demonios hago de pie a estas horas de la madrugada y de frente a la
ventana. Me pide que vuelva a la cama.
Muy buen micro, Carlo. Me gustó mucho.
ResponderBorrarMe dejó frente a la computadora pensando en lo que sucederá ahora, al igual que el protagonista frente a su ventana.