Frente al hombre de la gabardina café desfilaban cinco mujeres de
impactante belleza y perfecta fisionomía. Algunas muy exuberantes, otras
delgadas, pero todas deseables. Morena, rubia, pelirroja, negra y asiática;
todas vestían diminuta falda y ajustada blusa de algodón de color rojo, la cual
dejaba al descubierto el ombligo, y al no contar con sostén, esculpía la forma
de sus pezones.
–Las
elegí variadas para que tenga diferentes opciones. Naturalmente no sabemos aún
cuáles son sus gustos. Recuerde que esto es sólo una muestra gratis –dijo el
hombre de pulcro traje ejecutivo. El de la gabardina, a un lado suyo, estudió
con detenimiento las cinco figuras que caminaban en círculos con las manos en
la cintura.
–Por
su puesto, si usted decide adquirir alguno de nuestros productos, tendrá a su
disposición un vasto catálogo para que elija la que se adecue más a sus...
necesidades... –Risilla pícara. –O bien, podría acceder a nuestro programa
diseñador virtual, donde usted podrá crear a la mujer de sus sueños, eligiendo
sus atributos de acuerdo a sus gustos. Color de piel, cabello y ojos; estatura
y complexión; tamaño y forma de sus ojos, boca y nariz. Y por supuesto, lo más
importante, el tamaño de las tetas y las nalgas. –Otra risilla y un ligero
codazo de complicidad. El de gabardina no emitió ninguna reacción, sólo observó
con seriedad al ejecutivo de ventas.