Carlo Cantú
¿Por qué escribo?
Porque escribir es como ver una película: entretenido y satisfactorio.
Además, esta película en particular siempre trata sobre lo que más te interesa.
Es similar porque no sabes lo que va a pasar a continuación, lo descubres
conforme la trama se desarrolla. Tienes, claro está, una sinopsis y en
ocasiones sabes el final, pero no tienes idea de cómo llegar ahí. Lograrlo
produce un placer similar a terminar un rompecabezas o finalizar un videojuego.
Y si el resultado, además de ser satisfactorio para uno mismo, reditúa algunos
buenos comentarios por parte de los lectores, entonces el placer se compara al
de una meta alcanzada o una conquista arduamente trabajada y esa noche sientes
que te mereces una cerveza.
¿Desde cuándo?
Desde la pubertad, no recuerdo
la edad, me he sentido atraído por las historias de horror, o en todo caso, sobre
el lado oscuro de la realidad. Disfruto de muchos géneros más, como la ciencia
ficción, la fantasía, el western, el policiaco, etcétera, pero horror siempre
ha sido home.
Mi primer encuentro con este
género fue una antigua revista de historias gráficas llamada "El libro
siniestro". Era la prima apestada de clásicos mexicanos como “Así soy y
qué” o “Sensacional de traileros”. Ya no se publica. Caminaba muchas cuadras
cada semana hasta el puesto de revistas para comprarla con avidez. Me gustaría
agregar que, en mi ansiedad por otro número más, pasaban desapercibidas para mí
las viejas encueradas que aparecían en las publicaciones prohibidas que se
exhibían a los lados de mi revista, pero estaría mintiendo.
Por otra parte, el cine siempre ha
sido piedra angular en mi dieta cultural. Hoy disfruto de una gran cantidad de
géneros (y de hecho, el horror es tristemente uno de los más apestados, con
contadísimas excepciones), pero en mi mocedad, si la película no era de miedo,
no valía la pena verse.
Por aquel entonces seguía con fanatismo casi religioso la serie de televisión de Televisa "La hora marcada", que me dejó sin dormir más de una vez, aunque hoy cause risa al que la vea. Después vendría una serie mucho mejor e infinitamente más perturbadora: "Tales from the crypt", de HBO.
Por aquel entonces seguía con fanatismo casi religioso la serie de televisión de Televisa "La hora marcada", que me dejó sin dormir más de una vez, aunque hoy cause risa al que la vea. Después vendría una serie mucho mejor e infinitamente más perturbadora: "Tales from the crypt", de HBO.
Un buen un día, aún en aquellos
tiempos de inocencia (la paja aún era una revelación por descubrir), me puse a
pensar seriamente en todas aquellas historietas, películas y series
televisivas, y deduje que detrás de todo eso, detrás de los dibujos y las
pantallas, de la tinta roja y los efectos especiales, había alguien que inventaba
la historia. La persona a quien se le ocurrió: el escritor. Así incurrí en la
lectura.
Comencé con las novelas cortas
de horror para jóvenes de R.L. Stine, “Escalofrios”, el equivalente en los
noventa a Harry Poter en los dosmil, y posteriormente me gradué a Stephen King.
Por supuesto, después vinieron Poe, Lovecraft, Bradbury y muchos otros. Si no
quiero ahondar mucho sobre mis influencias, es más por la flojera de
recordarlos que de enumerarlos.
Comencé a escribir creo que a
los doce años, aún estaba en primaria; historias cortas que en realidad eran
sinopsis de ideas que aspiraban ser más complejas.
Fue hasta los 17 años que
ingresé a un taller formal de literatura fantástica llamado Terra Ignota. Todo
un parteaguas en mi vida. A este taller, coordinado por el escritor mexicano
Federico Schaffler, debo mis primeras incursiones (o intentos) reales en la
literatura. Fue en este periodo que logré algunas publicaciones e incluso
llegué a ganar un certamen de cuento estatal y obtener menciones honoríficas.
¿Por qué este blog?
Tal vez fue un bloqueo de escritor, tal vez la musa de entonces se fastidió de mí y me mandó a volar, quién sabe. El punto es que no seguí. Aunque es justo decir que tampoco murió de todo, fantasee mil historias que nunca escribí, que siempre pospuse. A veces enfrenté la página en blanco, el nuevo archivo de Word, sólo para quedarme como idiota viendo el pulsante cursor que parecía burlarse de mí.
Hoy, a mis 31 años (en octubre
de 2014), la aspiración despierta de nuevo y como si fuera un caño hediondo,
repleto de inmundicia, que de pronto se destapara, brotaron de pronto algunas
ideas que no pude resistir darles vida.
¿Será algo efímero o llegó para
quedarse?
Por eso este blog, por si acaso
se va de nuevo, al menos dejar registro de ello.
Para aquellos que lleguen aquí y
se tomen el tiempo y la molestia de leer alguno de estos relatos, gracias de
antemano y apreciaría enormemente sus críticas y valoraciones. En especial las
críticas, porque el propósito principal de este blog es mejorar mi habilidad en
este hobby y eso sólo se puede lograr con una buena patada en el culo, que te
tumbe dentro de un charco de lodo, para que luego vuelvas a levantarte para
intentarlo de nuevo.
Espero que algunas de mis
historias lleguen a gustarles, pero prefería que tuvieran el poder de
perturbarles… y si acaso alguna llegara a quitarle el sueño a alguien, entonces
mi misión en este mundo estaría cumplida.
Me gustó esta presentación que haces. Y creo que seguiré leyendo. Empecé con el misterio del diamante.
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